Talleristas: Carlos Ardila – Andrés Arará
La experiencia de Mirando como Miramos en un colegio semestralizado, Sinteucauca, de la ciudad de Popayán fue resultado de esfuerzo, tolerancia y satisfacción. Lograr reflejar respeto y, sobre todo, interés ante más de quince jóvenes y adultos que cursan el grado once comenzó con murmullos, risas, silencios indestructibles, miradas fijas y algunas indiferentes. El taller comenzó con una dinámica para lograr un trabajo en equipo y amenizar el ambiente antes de iniciar con el primer modulo que puede resultar un poco tenso, pero la actividad genero competitividad, algarabía y un esfuerzo mayor en nuestras voces como talleristas que fue generando una resonancia cada vez más fuerte y se fueron mezclando con los comentarios de los participantes hasta el punto de que éstos desaparecieron.
Con el paso de las actividades las preguntas fueron más intensas, el interés más pronunciado y se comenzaron a generar lazos de confianza correspondientes a una comunicación horizontal ideal que dieron paso a una retroalimentación amena y efectiva; aunque no se disminuyeron por completo los conflictos disciplinarios, los talleres tomaron su curso y se desarrollaron en su totalidad con los estudiantes que demostraron afinidad con las temáticas, ejercicios y metodología de Mirando como Miramos.
Algunos de los conflictos fueron la asistencia intermitente por parte de algunos, la diversidad de edades en altas proporciones, algunos murmullos difíciles de cesar y uno que otros silencios prolongados en momentos de participación. Por otro lado hubo aspectos gratificantes como la facilidad de entender y manejar recursos técnicos incluyendo un léxico audiovisual apropiado, la creatividad para manejar y proyectar sus intereses de recepción y creación televisiva, pero sobre todo explorar una polifonía de voces y un intercambio de experiencias enriquecedoras en su totalidad.
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